Dime qué gadget usas y te diré que tan honesto contigo mismo eres

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Todos somos hasta cierto grado víctimas de ello: grandes estrategias de publicidad y mercadeo que nos llevan a comprar cosas que realmente no necesitamos. Podría decir que la mentalidad de renovación anual que tienen la mayoría de compañías tecnológicas con sus productos principales (Apple con el iPhone/iPad, Google con el celular y la tableta Nexus, Microsoft con la Surface, entre otros) y la subsecuente innovación acelerada comparten una moneda de dos caras.

Por un lado, la tecnología está dando pasos gigantescos en su desarrollo y logrando cerrar brechas que se pensaba que estarían con nosotros por unas décadas más; esto se hace evidente no solo en los aparatos de consumo personal sino en campos como el cultivo de alimentos y nuevos métodos diagnósticos ante enfermedades conocidas. Cierto es que muchas veces los componentes que se encuentran debajo de nuestro celular o tablet son adaptaciones de tecnologías que ya han estado disponibles por un tiempo en otros dispositivos de mayor escala aunque con otros fines, pero también existen las otras veces donde una tecnología revolucionaria ha pasado de hacer su debut en medios de consumo comercial a verse aplicada en niveles industriales y militares más complejos.

Ante esto, surge entonces la otra cara que nos lleva a preguntarnos: ¿qué tan necesario es cambiar mi celular o tablet cada vez que salga una nueva versión? No hay una respuesta definitiva a ello pero puedo compartir con ustedes algo que creo que es importante no perder de vista. Las empresas ganan dinero con ventas, lo que no es sorpresa para nadie, y esas ventas se van a ver directamente relacionadas con qué tan innovador y llamativo se vean sus productos; y digo “…se vean…” porque la utilidad es un criterio que solemos poner en último lugar cuando estamos incursionando para adquirir un dispositivo de estos, algo de lo que quizás seamos menos culpables que las empresas mismas y su marketing dirigido a que pensemos de esta manera. Es fácil para algún entusiasta o conocedor saber la diferencia entre 16GB y 32GB, entre un chip A5 a uno A7, entre una pantalla de retina o no, entre Windows o Windows RT pero no se le hace tan fácil al padre/madre que entra a la tienda buscando la tablet más adecuada para su hijo/a que recién entra a la universidad. No pretendo decir que son temas complejos pero sí es el espacio donde se crean las confusiones que llevan al consumidor general a adquirir un aparato que probablemente no sea el que más le conviene. Así que más que seguir escribiendo sobre cómo hemos creado necesidades que a la hora de la verdad no existen, lo que propongo es lo siguiente: cuando vayan a elegir un gadget, solo sean honestos con ustedes mismos; piensen en el uso que le van a dar, en si vale realmente el precio que tiene, consideren las opciones que ofrecen marcas no tan populares pero que igual brindan calidad y pongan a un lado el hecho de que todo el mundo esté hablando de ello o corriendo a comprar la versión nueva año tras año. De esta manera, el tipo de gadget que usan puede realmente ser un reflejo de qué tan honestos son con ustedes mismos.

Rommell Morel
Rommell Morel

Doctor en Medicina. Entusiasta de la tecnología, con cierto grado de debilidad por los “gadgets” y sus aplicaciones en la vida diaria. Fanático de la Fórmula 1, los deportes y las artes marciales. Cinéfilo y gamer wannabe. Fiel creyente de que la disciplina y el trabajo duro son el vehículo para lograr las metas. Siempre aprendiendo.

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